En la Península Ibérica existe un elevado patrimonio histórico y cultural, fruto de la convivencia de los diferentes pueblos con sus culturas a lo largo de la historia.
La arqueología y la antropología física permiten acercarnos a las poblaciones del pasado, conocer las enfermedades que éstas padecían, saber cómo eran sus rituales de enterramiento y cuál era su medio de vida.
Disponemos de importantes yacimientos en el periodo prehistórico, como los de Atapuerca en Burgos, la cueva de El Sidrón (Asturias) y Altamira (Cantabria), la Motilla del Azuer y Castillejo del Bonete (Ciudad Real) y los yacimientos de Torralba y Ambrona (Soria), entre otros.
Necesidad de una revaloración del patrimonio
Sin embargo, no es suficiente atesorar estos yacimientos de alto valor patrimonial: se precisa, con urgencia, de un impulso y una revalorización de la investigación antropológica y arqueológica, con el objetivo de que los bienes tangibles e intangibles reviertan sobre la población. De esta forma, los recursos que invertimos hoy en conocer nuestro pasado, serán una fuente de beneficios para el presente y futuro de nuestro patrimonio económico y cultural.
La inversión generaría un beneficio para las universidades y centros de investigación españoles que nos permitiría competir a nivel internacional y compartir el patrimonio con el resto de la humanidad. Además, existiría una mayor puesta en valor del yacimiento por parte de la población rural debido al fomento de los planes de empleo. Esta creación de empleo en el medio rural asociado al patrimonio arqueológico que ya se está llevando a cabo, permite reforzar el vínculo entre ambos, entendiendo que, si cuidamos nuestro yacimiento y, por ende, nuestra cultura arqueológica, las posibilidades de sustento para la población aumentan, especialmente en zonas rurales deprimidas.
El potencial del turismo en la arqueología
Otra importante arista de la relación entre el mundo rural y el arqueológico sería el turismo. Existe un creciente interés por parte de la sociedad de cultivar la mente y entender en mayor profundidad los orígenes de nuestra especie y de nuestra cultura. Esta “sed ilustrativa” puede ser saciada por el turismo arqueológico, ya que no sólo se genera riqueza para quien lo ofrece, sino también para el que lo recibe. Quizás no podemos averiguar hacia dónde vamos, pero mediante la antropología, la arqueología y la cultura podemos acercarnos a conocer de dónde venimos.
Dra. Alexandra Muñoz. Especialista en Antropología Forense.